domingo, 26 de diciembre de 2010

Alberto Guzmán Lavenant (México)


Horas vacías y desiertos secos

 En un paisaje de horas vacías y desiertos secos,
busco una imagen, la imagen mía.
En una visión catastrófica y llena de melancolía,
busco una imagen equivocadamente mía.
No corresponde a mis manos
ni a mis labios ni a las piernas mias.
No, no, esto es mentira.
Esta imagen es un engaño
que nace en el termino imaginado de la vida mía.
No mas melancolía, que vida hay
donde existe un rio y una orilla.
Donde existe el mar
una roca, un gusano y la arcilla.
No más la imagen triste
que no es la imagen mía.
que la vida es vida
mientras viva en ella.
        ****

Voy a escribir



VOY A ESCRIBIR DE TI Y DE TUS OJOS.

Voy a decirte que te quiero
extrañamente desde antes de quererte.
Voy a contarte del encuentro que tus ojos han tenido
con esta mi piel que me cubre,
desde la planta de mis pies
hasta el origen mismo de mis sueños.
No pretenderé comparar lo luminoso de tus ojos
con la luz lejana de todas las estrellas.
No, no, tu mirada de miel esta cercana,
a la vuelta del milagro
que se dio en el costado izquierdo de mi alma.
Voy a escribir de ti y de tus ojos,
miel que es a los panes
lo que mis besos a tu carne.
Y voy a escribir de ti y de tus ojos,
tarde y tarde y tarde, hasta que sin verme,
se anide mi presencia en cada uno de tus poros.
                      ****
EN OCASIONES

Me llegan, en ocasiones, estas olas de fastidio.
Recorro con la vista mirando alrededor y nada es importante.
Me acomodo a la sombra de un árbol solitario
huyendo del calor de un mediodía
Aunque, en verdad, sombra o calor, no me preocupan.

Es todo igual:
La luz solar y la mancha gris que el árbol arroja a un suelo seco
Un cielo, abandonado por las nubes,
se ve invadido por una raya blanca que un avión le deja.
Miro a las personas que se dirigen a un lugar que no me importa.

Y llega al fin la tarde opaca.
Me levanto y camino lentamente hasta la casa
a encontrar la muerte nocturna que me espera.

          ****

En esta noche hay silencio.
Sólo algún perro que ladra con esos tonos de miedo.
Algunos grillos que cantan con más oficio que ganas.
Tanto silencio me inquieta:
Son los antiguos temores, los que llevamos guardados.
Y es que lo vivo se mueve y el movimiento hace ruido
Y es que la muerte es callada…

¡Que ladren en esta noche todos los perros del mundo
y que los grillos no callen y que los gatos se unan!
Quiero dormir esta noche sin presentir algo oscuro





miércoles, 22 de diciembre de 2010

Magda Robles (Andalucía, España)


Despertar

Amanece a través de la bruma;
una hora nueva me empuja del sueño
y entre visiones tropiezo al despedirme:
el mundo me arrastra.
Abandono el hueco que dejó mi cuerpo
y me enfrento a otro dia de hastío
de zozobras y desganas,
desgranando cada minuto alejada de ti,
porque en ti he dejado mi yo.

Dentelladas de agua fría
terminan pronto con mi derrota;
mi realidad destrozando la piel,
allí donde reposó tu mano.
En el espejo se esparce tu aliento
entre mis dedos se escapa tu rostro;
una sombra se abraza a tu carne
ocupando el lugar que fue mío.
Y me visto de apariencias
me enfundo de arrogancia y de coraje
y me tomo una sola taza de ironía.
Me va a hacer falta.
El día me tira a la calle
pero mi mente permanece en la penumbra,
aferrada a tu sombra, acurrucada a tu calor;
con eso me basta.
Las calles van devorando mis pasos
sin cadencia y en permanente suspenso
me dirijo no sé muy bien a donde
conducida por un vacío extremo.
Me entierro en un mundo que te es ajeno
con extraños que abarrotan mi existencia,
obligada a volver la vista hacia mi interno,
(necesito tu fugaz presencia para tener fuerza…).
Y deseo que llegue la noche
para volver a ser presa en tu sombra
y nacer a la realidad de tu sueño,
acostarme, en pensamiento, junto a ti
aferrada a tu vida, acurrucada en tu cuello
el mio, el que me pertenece
en esa alcoba de bruma y sin conciencia
en la que mi realidad se hace factible
y el mundo se dispersa.
                    
 *****

En el olvido

Desperté un día
y lo había olvidado todo.
El sabor de tus manos sobre mi cuerpo.
El rubor de tu boca sobre mi piel.
El frescor de tu aroma sobre mi pelo.
No quedaba nada.
Tantas y tantas veces recé por ello
con tal intensidad lo clamé a los cielos
que por olvidar, me olvidé hasta de mi misma.
Mis sueños, mi vida, mi muerte…
Ya no era nadie.
Hoy,
se desliza un ser entre la bruma
un rostro de mirada perdida
un alma con un nombre vacío
una sombra con cuerpo de mujer…
              
        ****



Sirena... varada

De sal y arena es su frágil cuerpo,
de brisa y noche el manto que la cubre,
grácil figura recortada en la distancia
silueta esculpida en los embates
y el abrazo febril de un mar embravecido.


Niña Penélope cautiva de ensueños
anclada al abismo de un hondo dolor,
con la mirada perdida en horizontes
busca el espejismo de un amante ausente.


Celoso el mar acaricia su cuerpo
las olas mueren al besar su piel
en fugaz intento de borrar el recuerdo
de aquel que dejo huella marcada en su orilla.

El océano prendido en su cabello esquivo
intenta arrancar la promesa de un amor eterno.
Lastima sus aguas en intentos de caricias
mas solo obtiene en silenciosa respuesta
un beso salado y húmedo ofrecido a otro
que resbala levemente por su cara

Criatura olvidada convertida en roca
sirena varada entre revueltas aguas
arrojó su aliento al agua fatal del destino
y allí su cuerpo se disolvió en lágrimas.


Ligeia en penumbras

José Alfonso Pérez Martínez (España)


Mare Nostrum
Un anciano olivo.
Una columna truncada.
Los destellos del sol sobre las aguas,
las velas latinas.
Una mujer morena y ágil
que baja las cuestas de un pueblo,
entre casas encaladas,
ropas tendidas,
abuelas que murmuran en la sombra.
Unos rizos, una risa,
una pareja desnuda devorándose.
Mujeres enlutadas como cuervos
acudiendo a ancianos y absurdos ritos.
Pilas de piedra para lavar la ropa,
poetas que apacientan cabras.
El sol como una herida sangrante
al caer la tarde.

            ****

Repasas el libro aquel,
lo acoges en tus manos,
objeto tan amado.
Piensas en esa parte de la humanidad
a la que perteneces:
aquella para la que un libro
siempre será un tesoro.
Piensas en aquella película, "Ágora",
en Hipatia intentando salvar tratados
de geometría o física
mientras se acercan los bárbaros.
Y te preguntas,
mientras miras tus libros,
cuánto más tardarán
en tirar tu puerta,
con antorchas a flor de mano,
los bárbaros.

                ****

Interrogas a la luz de la tarde

INTERROGAS a la luz de la tarde,
pero nada te dice
ni de los misterios del mundo
ni de las honduras del alma tuya.
Resplandece la luz en los cristales
como ascuas de una hoguera primigenia.
Hundes tus pies en la arena,
te acercas al agua,
se recortan siluetas negras.
Se vacía tu corazón de pesares,
abrazas con calma la luz tan plena.

viernes, 10 de diciembre de 2010

María Marta Stanganello (Argentina)



Convivencias con la sombra


Suelo adelantarme a la sombra
cuando esto pasa
soy de la vida ..su simpleza/complejidades
me reconozco en los espejos y en los imanes
tengo la seguridad al ras de las venas
y no hay quien pueda desnivelarme...
esta actitud es de mucho sudor y caminos
es una manera de pasar por mi propia marca
avanzar sin mirar lugar alguno
para evitar ciertos nubarrones
sensaciones temporarias que nada abarcan..
suelo adelantarme a la sombra
porque no tengo más tiempo adicional
y estar apresurada en algunos sentimientos
me nutre igual
sin excesos ni bosques encantados
es la medida exacta donde dibujarme
con  colores y líneas de abracadabra
porque tengo claridad mientras beso/abrazo/doy la mano
es allí cuando dejo de caminar y vuelo por tierra o aire...
y si a veces cometo un atraso
pido disculpas a mi futuro
al presente que llevo a todos lados
porque aunque la sombra lo intente todo
suelo escaparle
pero también...
reconocer que tiene cualidades de salvación y rescate (...)


lunes, 6 de diciembre de 2010

Victor Manuel Pazarín (México)

 

Milagros sencillos

                                      

Torre de viento
que mira la mirada,
es monumento.

2

Sale la luna,
la sombra de los pinos
ya es sólo una.

3

Pájaro quieto,
dentro de su jaula
es movimiento.

4

En el jardín,
una estrellita de agua,
brilla sin fin.

Del poemario La medida (1996)
                               

   ****************************


El espejo, el principio
A mi madre, con todo mi amor

                                                                                      
Hay una mancha de sangre en el espejo
que las manos se empeñan en borrar.
El espejo es el principio:
la densa neblina cubre a los personajes, deja escuchar duras
conversaciones: fragmentos de palabras, astillas que logran
zaherir.

El espejo, el principio:
lutos que oscurecen la vida de quien está sin estar, llantos
poliédricos, vetas de una madera antigua, primigenia.
Yo me lavo las manos, la cara,
en el agua del lebrillo:
el espejo gotea su negra sangre y ensucia
la “clara realidad”.

Me lavo y me visto de una densa neblina,
la neblina que empaña al espejo.
Adentro de la luna hay figuras inciertas que el ojo no alcanza
a desvelar.
Hay palabras brillantes que dicen sin decir y al decirse se
desdicen.
Hay cuchillos adentro de la carne, y dolorosos amaneceres que
despiertan incertidumbres innominadas. El espejo
reproduce la “realidad” de este cuarto, el cuarto de la viuda
que lamenta.

Yo me lavo y me visto de una densa neblina
y el corazón asume el sinsabor de las noches de la viuda que
llora interminablemente,
su llanto es la levadura de una oscura sangre.

Es la primera noche: en ella habitan el dolor y las lamentaciones.
Yo me asomo al espejo, al espejo de negra pulcritud que la neblina
aclara.
Me asomo y me detengo: ¿siempre la prudencia? ¿las manchas de la
fisgonería? ¿la atenta claridad del que mira sin mirar? Me asomo
y me detengo: la viuda extiende sus delgados brazos y me
acaricia.
Me detengo porque el dolor de la viuda es una realidad. Procuro
darle alivio, pero el dolor asoma y comienza otra vez sus
lamentaciones;
contengo el llanto para que la viuda se contenga. Me asomo al
espejo, caigo adentro y la densa neblina se convierte en sangre
que ensucia las manos; ella me lava y
me acaricia y dice palabras que no retengo,
porque la hora ya se acerca:
es el momento de lavarme la cara
de vestirme y salir: el espejo es la puerta
que lentamente describe ya el dolor.
Me visto y ¿me detengo?: observo cómo
deslizo mi cuerpo:
me cubro de la densa neblina que cubre la desnudez de los que
adentro viven:

escucho, finalmente, el llanto de la viuda y sus manos me toman:

hay una mancha de sangre en el espejo,
nos borra...





José Huete García (Madrid, España)



A tientas


A tientas voy adentrándome
en este mundo que me va inundando,
como una marea de grises,
donde las olas
ya no se coronan de blanco,
y el cielo de azul se destiñe.

Y aprendo un nuevo lenguaje,
donde los colores se hacen sonidos,
olores, sabores y tacto.
Donde una marioposa negra,
desvistió de su traje rojo
a la amapola y a la rosa.

Y la noche ya no se hace de lunas,
ni las rendijas de mi ventana,
son puñales de cristal
clavandose en las sombras.
Es el sonido de los grillos,
martirizando mis sienes
el que me anuncia
que  ya se acostaron los soles
allá en el horizonte.

Y mientras mi mente aprende,
los signos de este nuevo lenguaje,
mis dedos recorren
hasta el más oculto rincón de tu cuerpo,
aprendiendo de memoria
cada centímetro de tu piel color de arena.

Y saboreo de tu boca
hasta el último de tus besos
con sabor a fruta roja.
Y robo entre tus pestañas
el brillo de tu mirada,
y guardo en el recuerdo
el color de tu deseo.

A tientas aprendo,
los vericuetos de este nuevo sendero,
mientras con parsimonia
me voy despojando
de todos mis miedos.



Fran Picón (Zaragoza, España)

Certeza


Dice que un beso es el universo
un abrazo el paraíso,
que las miradas no mienten
que los silencios son gritos
que amanecer en sus brazos
es tocar el cielo con los labios
que los te quiero se sienten…

cuenta que una caricia es un sueño
que despierta en cada poro,
que los dedos se divierten
con los rizos de su pelo
que el viento es un suspiro
detenido en su aliento
mientras dibuja sus dientes…

sabe que la suerte es un misterio
que anida entre sus manos,
que los años se entretienen
en el andén de su pecho,
que la aventura es un guiño
robado a la rutina del calendario
desbordado de placeres…

puede que vivir sólo sea un verbo
que se escribe con momentos,
que las palabras se pronuncien
con los signos de su cuerpo,
que amar sea únicamente un verso
en el poema del tiempo
más sólo importa que se quieren…



                **************


La estela de la tranquilidad


Si disfrutara del don
de conocer cuanto veo
sin el prisma
del prejuicio
ni el tamiz
de mi cultura,
miraría tras el cristal
de mi tragaluz
sin aprensión, ni pudor.

Si me confiriesen el valor
para afrontar la vida
sin traumas, sin discordias,
sin repetidas derrotas
en la comisura de la mirada,
progresaría por la senda
de mi presente
hacia el mañana espontáneo
de la perplejidad

Si mis manos arrullasen
la piel de la autenticidad
entre las sábanas
del tiempo perdido
y la saliva de las prisas,
ceñiría cada momento
sin pausa ni cobardía,
sintiendo los latidos
y el pulso de mi suerte

Si supiera estrujar
cada segundo
de mi existencia,
descubriría,
sin titubeo,
la estela de la tranquilidad…