El rostro
Tintes de grafito oscuro
sobre pliegos de celulosa seca,
o el aire dibuja en las grietas,
y el tiempo indolente;
garabatea en los pliegues
que conforman las lineas
que se atreven:
a cincelar la piel blanca,
a esculpir la piel negra.
Barro repujado,
labrado en el polvo del olvido,
que maquilla un rostro cualquiera
y declama, lo que hemos sido;
semblante del hombre,
libro, de lo que he vivido
abarrotado de páginas arrugadas,
rostro perdido.
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Las cenizas del tiempo
¡Piedra!, no calles por mas tiempo; y háblame.
Háblame de los hombres que me precedieron,
allá, donde la memoria se pierde,
entre gestas de espíritus indomables,
de corazones valientes y héroes olvidados;
bajo las cenizas del tiempo.
En los campos de batalla yermos, en las altas cumbres,
de eternos inviernos.
Cuéntame de aquellos muros, que se alzaron hasta el cielo,
y resistieron si, el envite del infierno.
¡Dime, piedra!, adónde fueron ellos, que no quiero olvidarlos
que no deseo perderlos.
Desciendo de grandes hombres, poetas y guerreros,
que levantaron pirámides, colosos eternos,
retando al cielo, enfrentándose al averno.
Empuñando espadas, abrigándose con el fuego.
Que recorrieron a pie, este mundo,
conquistando valles, muriendo en ellos.
¡Llora piedra maldita!, ni siquiera tú, resistes al tiempo.
Que la memoria es mas grande,
más, que el incorruptible acero.
Y ellos viven en mí, cuando todo parece que ha muerto.
Cierro lo ojos y los contemplo.
Los cierro y vivo entre ellos,
cuando paseo errante..., entre recuerdos imperecederos.
¡Piedra, no calles y llora!
soterrada en las cenizas del tiempo.
que el hombre es más débil,... quizás
pero su historia resiste,
el paso del tiempo.
Llora, piedra, tu sufrir eterno.
cuantas mas veces leo las poesias de Amando lacueva, más me enternecen; no dejes de escribir para nosotros aquellos que te leemos.
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