Mare Nostrum
Un anciano olivo.
Una columna truncada.
Los destellos del sol sobre las aguas,
las velas latinas.
Una mujer morena y ágil
que baja las cuestas de un pueblo,
entre casas encaladas,
ropas tendidas,
abuelas que murmuran en la sombra.
Unos rizos, una risa,
una pareja desnuda devorándose.
Mujeres enlutadas como cuervos
acudiendo a ancianos y absurdos ritos.
Pilas de piedra para lavar la ropa,
poetas que apacientan cabras.
El sol como una herida sangrante
al caer la tarde.
****
Repasas el libro aquel,
lo acoges en tus manos,
objeto tan amado.
Piensas en esa parte de la humanidad
a la que perteneces:
aquella para la que un libro
siempre será un tesoro.
Piensas en aquella película, "Ágora",
en Hipatia intentando salvar tratados
de geometría o física
mientras se acercan los bárbaros.
Y te preguntas,
mientras miras tus libros,
cuánto más tardarán
en tirar tu puerta,
con antorchas a flor de mano,
los bárbaros.
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Interrogas a la luz de la tarde
INTERROGAS a la luz de la tarde,
pero nada te dice
ni de los misterios del mundo
ni de las honduras del alma tuya.
Resplandece la luz en los cristales
como ascuas de una hoguera primigenia.
Hundes tus pies en la arena,
te acercas al agua,
se recortan siluetas negras.
Se vacía tu corazón de pesares,
abrazas con calma la luz tan plena.
Brillantes poemas de José Alfonso, mecidos por una música exquisita. Te felicito, Mara por tu selección.
ResponderEliminarGracias, Paquita! :¬)
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