No digo adiós cuando lo digo
No quiero que el otoño vuelva con tus ojos,
con tus señas,
con dagas oxidadas
que reclaman muerte en las aceras.
Deja que la lluvia sea mía como antes,
que me guarde del frío como pueda;
deja que la vida me lleve,
que apure este veneno sin nostalgia, sin tristeza.
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