Debo olvidar del todo la estructura,
borrarlo todo, el concepto, la rima,
la métrica, el ritmo, olvidarme de mi,
para poder extirparte de un poema
y mostrarte, como en un alumbramiento.
Te arranco, esquivo con las facciones de Inanna,
aunque puedo imaginar que decretas armisticios
y nos fumamos la tregua en pliegues de tu aliento,
y decidimos vender el tiempo a los caballos
a sabiendas de nuestra inmortalidad.
¿Por qué tengo el corazón de luna? me preguntas,
y contesto; yo te lo puse ahí mientras dormías
con una habilidad de cirujana,
para que puedas soñar con imposibles,
para que inaugures cada noche nuevas playas.
Contigo tengo vocación de certidumbre,
de mar abierto, de silencios y de calma,
y hasta sospecho que podrías retornarme
como nuestra, la voz, y la palabra.
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